miércoles, 31 de agosto de 2016

Oda a la opinión pública

Hemos llegado a un punto en nuestra existencia donde el hecho tácito de despertar cada día y dormirnos al anochecer no puede considerarse "vivir". Tanto es el cumulo inconmensurable de datos, imágenes y hechos que, para este servidor, resulta un día perdido aquel donde en efecto no aprendemos nada, donde no agrandamos nuestro ser. Lógicamente, no podemos ser ignorantes del aprendizaje, ni autómatas de la vida; y menos en una época donde nos toca apreciar casi a "quema ropa"sucesos constantes de gran envergadura para la humanidad.

Pero pasando a un plano un poco mas subjetivo y yéndonos al repetitivo y catastrófico tema de "política venezolana" he podido observar que la indiferencia nos invade de manera abrumadora, y no hablo de esa indiferencia que se limita al simple hecho de no hacer nada, no; me refiero a esa suerte de hipocresía que a través de las redes sociales se ha creado. Básicamente se ha tomado este trágico idilio como una ventana que da lugar a dos caminos, el primero: aquel sufrido expresar que es avalado por un actuar posterior; y el segundo: aquella oportunidad de ganar "likes", agrados, connotación social con publicaciones pequeñas pero con un efecto mediático inmediato muy grande.

Es de esperarse, lector, que pienses que en efecto esta publicación se dirija por ese segundo camino. Mas sin embargo, pienso que de esta manera estas palabras se bañan de cierta neutralidad con aires de opinión pública reprimida, ya sea por voluntad o indiferencia.

En una época donde expresar nuestra ideología, nuestro pensar, nuestra opinión se ha vuelto tan popular, debemos tener cuidado. El furor de nuestros pensamientos constantemente nos puede hacer caer en la contradicción a aquellos que somos asiduos a este tipo de comentarios públicos, y da lugar a la perdida de credibilidad para con los demás. No es el hecho de expresarnos, es el hecho de no mantener un paradigma, una idea, una forma de pensar lo que me lleva a redactar estas palabras.

Vivamos, pero hagamoslo bien. Opinemos pero de manera concreta. Vivamos, pero con la idea de ser mejores.

viernes, 26 de agosto de 2016

Volvemos a lo mismo...

Tan frágil resulta esta idea, tan absurda y poco ortodoxa... tan difícil como las ultimas ¿qué?, ¿5 veces?, quizás algunas otras... Más sin embargo -y sin hacer caso a los insurgentes fallos a favor y en contra del "juicio" que normalmente se suele diferir en mi psiquis por falta de impulso del interesado- esta idea recurrente (que versa lógicamente sobre un amor que algunos considerarían imposible, y que este su servidor se ha empeñado -y logrado un par de veces- en demostrar que tal apelativo esta demás) siempre me ha resultado tan excitante, que muchas veces logra arrancarme del sentido común en el que suelo habitar para llevarme a un sin fin de emociones explosivas, que admito adoro. 

Pues bien, me he encargado, muy en contra de los buenos principios y costumbres idóneas, de no solo hacer que sea una idea repetitiva, si no completamente factible... Y heme aquí, luchando otra vez contra la marea por esta idea tan frágil, tan absurda, tan poco ortodoxa... y que me encanta en demasía.