martes, 23 de abril de 2019

Oda al amor, mi amor.

Sin compromiso ni penuria, sin desdenes ni ademanes, te diré cuanto me atrae tu ineludible frescura.

Tan pura y calma, me llenas; tan simple y dura, me inundas. Y es este desborde tan suave el que anega mi cordura.

Innegablemente, me encanta verte regia y decidida; poderoso alelí de calle, que florece hasta en penumbras; ¿seras tu esa flor salvaje que arremeta a mi ternura?.

Incuestionablemente te leo, y perplejo, alucinante, disfruto cada destello de tu prosa envidiable; tan compleja, irreverente, tan fugaz y  constante, concreta e inteligente, ¿quien pudiera refutarte?.

Es divino tu sentido del deber incuestionable, infranqueable en tu trinchera de querer santificarte; y sin realmente desearlo, pues innatamente lo haces, emanan de ti radiantes bendiciones angelicales.

Es hermoso escribirte y me esfuerzo en describirte que en estos breves versos eres tu quien me incite risas llenas de alegría, memorias cortas, placenteras que recargan mi estadía en este, mi hogar de letras.

Concluyendo este improviso de pensamientos deambulantes, sinceramente me inclino ante ti, y sin dilatarme, espero que disfrutes de estos versos delirantes.